Violencia de género como respuesta al aburrimiento en tiempos de pandemia: la prevención es posible y obligatoria

Violencia de género como respuesta al aburrimiento en tiempos de pandemia: la prevención es posible y obligatoria

Violencia de género como respuesta al aburrimiento en tiempos de pandemia: la prevención es posible y obligatoria

Marco Abarca [i], Josefa Ros Velasco [ii], Doris Sommer [iii], (*)

Introducción

Abril de 2020; la alarma se extiende a nivel global entre las posibles víctimas de violencia en los hogares a medida que los casos se multiplican durante el confinamiento obligatorio por el COVID-19. Al igual que la pandemia por coronavirus, el aumento de violencia doméstica se describe como un fenómeno transversal que no distingue por grupos de población. Sin embargo, la violencia doméstica afecta a las mujeres de forma diferenciada, por la cantidad y tipos de agresiones, y por la gravedad de los efectos.

En este ensayo hablaremos de violencia de género en el ámbito doméstico. Discutiremos los roles de género en el hogar como la raíz del problema e identificaremos un obvio, aunque insospechado detonante: el aburrimiento. No es broma. Cuestionarse por qué el confinamiento en el hogar aumenta la violencia de género en el ámbito doméstico es ineludible. Considerar los efectos del aburrimiento en picos de confinamiento nos lleva necesariamente a cuestionar si es posible atender adecuadamente el problema con los remedios existentes: reactivos, paliativos para víctimas y retributivos para victimarios, sin estrategias de prevención. Aquí planteamos que no es posible.

Sustentamos ese argumento con un breve estudio contextual sobre la violencia de género en el ámbito doméstico en España durante períodos de confinamiento obligatorio por el COVID-19, seguido por una concatenación de razones por las cuales argumentamos que la atención a la violencia de género en el ámbito doméstico es poco adecuada. Primero, expondremos las razones empíricas que describen la relación entre aburrimiento y violencia. Continuaremos con un tratamiento normativo de esa relación, señalando el deber del Estado de prevenir problemas que surgen debido al confinamiento obligatorio en el hogar, dictado por el Estado mismo.

En las conclusiones retomaremos una propuesta hecha al pico de la violencia doméstica y de género debido a que el aburrimiento tiene dos válvulas de escape: la creatividad o la destrucción, y que en lo que respecta a esta última la respuesta puede ser de carácter violento. Por tal motivo, abogamos por el deber de abordar la espiral de agresión de maneras efectivas, no sólo reactivas, para así superar las barreras culturales levantadas por el afán de castigo al agresor, el estigma machista contra el placer en el hogar e insertar soluciones creativas en la agenda de la política pública para que esta sea más estratégica que moralizante.[1]

Este ensayo es sobre el futuro. Enseña la parte que representa la totalidad; es sinécdoque de la sociedad de encierro. El teletrabajo no es tema del pasado, es el futuro; la sustitución del ser humano por la tecnología en los campos agrícolas e industria no ha acabado, viene con bríos renovados. Parece mentira que no existan respuestas adecuadas para esto. Cada vez tenemos más y más economías exitosas, donde el ingreso es garantizado vía seguridad social. Dar techo y alimento a la gente sin el disfrute de haberlo trabajado es augurio de aburrimiento y de violencia en el ámbito doméstico, autoflagelo y suicidios. Sabemos que la economía es amoral; no hacer nada al vislumbrar los estragos del aburrimiento es inmoral. Pensar que las pandemias se resuelven con unas vacunas no es realista, tampoco lo es pensar que la violencia en el ámbito doméstico se resuelve con remedios reactivos, no preventivos. Esperar resultados distintos haciendo lo mismo (denuncias, traslados, sanciones, perdones y repeticiones) es una locura y subsume a la política pública en un estado de negación.

Una de las lecciones importantes que muchos hemos aprendido de Antanas Mockus como alcalde y como profesor es que, si no se apela al placer, la reforma social y el pragmatismo político se consumen en pretensiones contraproducentes y pasajeras. Friedrich Schiller ya lo sabía en 1793, incluso antes de escribir sus Cartas de 1794, cuando criticó severamente la confianza exclusiva en la razón: “Con el fin de que la obediencia a la razón se convierta en inclinación natural, debe representar para nosotros el principio de placer, porque el placer y el dolor son los únicos resortes que ponen en movimiento los instintos”.[2] Mockus admite, por supuesto, que el dolor y el miedo al castigo están entre los incentivos de la obediencia, pero que también son generadores de resentimiento, junto con una resistencia a la ley que a la larga es desestabilizadora.

I.               PANDEMIA DE VIOLENCIA: EL CASO ESPAÑOL

A medida que los casos de violencia en el hogar se multiplican durante el confinamiento obligatorio por el COVID-19, la alarma se extiende por el mundo entero. En Argentina, Australia, Canadá, Francia, Alemania, España, el Reino Unido y los Estados Unidos las autoridades gubernamentales y activistas de los derechos de las mujeres han señalado con preocupación los aumentos de llamadas a líneas de atención a víctimas de violencia doméstica durante la crisis.[3]Los canales de ayuda en Singapur y Chipre han registrado un incremento de su actividad en más del 30%.[4] Los reportes de la Organización de Naciones Unidas señalan alzas al comparar los meses de confinamiento con los mismos del año anterior: se han duplicado el número de llamadas a las líneas de ayuda en el Líbano y Malasia, mientras que en China se han triplicado.[5] El Foro de Salud Pública de Brasil advirtió un aumento de demanda de ayuda a través de las redes sociales del 431% para el mismo período por parte de quienes no se atrevieron a usar los canales telefónicos por miedo a represalias por parte de sus parejas o cónyuges.[6] La Organización Mundial de la Salud reportó un aumento del 60% en las llamadas a las líneas telefónicas europeas que atienden casos de violencia doméstica durante el mes de abril.[7]

Las organizaciones y comunidades de base y de mujeres han desempeñado un papel fundamental en la prevención y respuesta a crisis anteriores, explica Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora de UN Mujeres, y necesitan ser apoyadas firmemente en su función actual de primera línea.[8] Sobre la crisis actual, las estadísticas crudas, descritas por medios de prensa y organizaciones internacionales, revelan aumentos en la activación de los contactos de mujeres con servicios de urgencia durante la pandemia COVID-19, pero nada dicen sobre prevención o sobre el seguimiento con mecanismos de protección, incluyendo los mecanismos judiciales.

En el caso de España, las estadísticas registraron aumentos en el número de casos atendidos en servicios de urgencia, especialmente en aquellos considerados con riesgo alto y extremo de sufrir violencia doméstica y de género. Al mismo tiempo se observaron bajas en los mecanismos de protección formal por medio de denuncias, órdenes de protección y actividad de los órganos judiciales en la lucha contra la violencia doméstica y de género. La relación entre estos datos no es clara. ¿Debemos interpretarlos como una correlación negativa entre llamadas de alerta e intervenciones del Estado? ¿Quizás reflejen problemas de seguimiento formal? ¿O simplemente estamos ante una correlación espuria?

Desde la mirada experta de la presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género de España, Ángeles Carmona, estos datos “ponen de manifiesto de forma palpable las dificultades añadidas que han tenido las mujeres víctimas de violencia para denunciar a sus agresores”.[9]

“En España no hay todavía estudios publicados acerca del impacto que la llegada del COVID-19 y las medidas de confinamiento han tenido sobre la violencia doméstica y de género como tal”, explica Roberto Rodríguez Jiménez.[10]Lo que existe es una gran cantidad de fuentes primarias, de datos crudos provistos por distintos soportes de asistencia a las mujeres. Son datos de interés y acceso público que se facilitan a la ciudadanía en general y de los cuales algunos estudios se han hecho eco para denunciar el incremento en la violencia sufrida por las mujeres a manos de sus parejas durante la pandemia, especialmente durante el período de confinamiento de marzo a mayo de 2020.

Algunos de los canales de ayuda a víctimas de violencia doméstica y de género existían previo al confinamiento, como son los promovidos por la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género,[11] o por el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.[12] Otros canales nuevos tienen asidero legal en la legislación existente pero fueron creados por las autoridades españolas a través del Plan de Contingencia contra la violencia de género ante la crisis del coronavirus del Ministerio de Igualdad y del Real Decreto (ley sobre medidas urgentes para proteger y asistir a las víctimas de violencia machista durante la crisis del COVID‑19).[13]

Todos esos canales de apoyo son fuentes fiables.[14] Según los datos ofrecidos por algunos de ellos, en marzo se produjo un ligero incremento del 16% del número de llamadas al 016 con respecto a las cifras del año anterior,[15] y del 182,93% de las consultas online.[16] En el mes de abril el incremento de las llamadas fue del 47% con respecto al mismo mes en el año anterior,[17] y el uso del servicio online pasó de 20 consultas a 150.[18] En los meses de mayo y junio el aumento fue del 47%.[19] En agosto, el número de llamadas comenzó a disminuir y en septiembre se igualó al de los años previos.[20]

El servicio de atención vía WhatsApp registró un total de 168 mujeres utilizando este sistema.[21] Se elevaron hasta un total de 29.700 peticiones entre los meses del confinamiento.[22] Por su parte, el sistema de geolocalización AlertCops registró en marzo un incremento de uso del 10,5%. La aplicación fue usada 1.432 veces solo en este mes.[23] En abril se registró un incremento del 60% y en mayo del 41% con 8.414 llamadas.[24]

Las acciones de vigilancia por parte de las FCSE aumentaron un 25,3% entre el 14 de marzo y el 14 de abril, con un total de 83.341 actuaciones en total,[25] y más de 4.000 detenciones.[26] La cifra total de detenidos entre marzo y junio ascendió a 14.040.[27] Durante todo el estado de alarma, las FCSE prestaron 296.183 servicios de protección a mujeres en riesgo.[28]

El Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género, VioGén, muestra la evolución creciente en el número de casos con riesgo alto y extremo de sufrir violencia doméstica, aunque los que presentan niveles de riesgo bajo y medio son menos numerosos en comparación con los del año anterior.[29]

Las denuncias y órdenes de protección por violencia de género también arrojan datos valiosos. Se ha observado un descenso de las denuncias por violencia de género. El Ministerio del Interior informó de una reducción del 40% desde que se pusieron en marcha las medidas de confinamiento, probablemente debido a las dificultades que pueden encontrar las mujeres para interponer una denuncia por el confinamiento y la convivencia directa con el maltratador.[30] Estos datos los ratifican los informes de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer.[31] Concretamente, entre abril y junio las denuncias bajaron un 14,62% con respecto al periodo del año anterior, con un total de 34.576 denuncias.[32] El Consejo General de Abogacía Española muestra que la actividad de los órganos judiciales en la lucha contra la violencia de género ha disminuido considerablemente: no solo las denuncias se redujeron, el número de mujeres víctimas descendió un 13,91% (33.338 registros), la solicitud de órdenes de protección bajó un 14,8% y el total de sentencias dictadas fue un 59,67% menos.[33]

También se han obtenido datos atendiendo al número de víctimas mortales de violencia de género durante la pandemia. Por lo que respecta a los feminicidios, en los meses de confinamiento el número de mujeres muertas por causa de violencia de género se encontraba por debajo de la media, que ascendía a 5,1 muertes al mes en los meses y años anteriores. Desde el 14 de marzo hasta el 14 de abril, el número de víctimas mortales era de 2,[34] mientras que desde el 1 de marzo al 13 hubo 3 asesinatos, antes del comienzo del confinamiento.[35] Hablamos, en definitiva, de “menos mujeres muertas, pero más sometidas y golpeadas”.[36]

El estudio de Marta Piá Vila ha identificado las siguientes situaciones que factorizan los datos mostrados: (a) las víctimas pasaron más tiempo conviviendo con su agresor; (b) el agresor tuvo un mayor control sobre la víctima; (c) aumentó la dificultad para recibir ayuda externa; (d) las agresiones no fueron visibilizadas y (e) hubo una mayor dificultad para acudir a los centros de asistencia.[37]

Otros expertos afirman que los análisis transversales no permiten establecer una relación de causalidad entre el confinamiento domiciliario y el gran número de llamadas, pero parece que es evidente que existe una relación entre el confinamiento en España y el incremento de llamadas desde marzo hasta julio, que empieza a disminuir desde agosto hasta septiembre.[38]

Finalmente, podemos concluir de esta revisión de fuentes sobre violencia doméstica y pandemia por COVID-19 en España que (a) no hay ningún estudio que recoja datos sobre cómo ha evolucionado la situación en su conjunto después del confinamiento; (b) no hay estudios que analicen este fenómeno en profundidad; los existentes se limitan a presentar los datos que ofrecen los canales de ayuda; (c) los datos presentados de un estudio a otro son contradictorios y (d) no existen evaluaciones sobre la efectividad de las medidas tomadas por el gobierno.

II.             VÍNCULOS ENTRE ABURRIMIENTO Y VIOLENCIA

Walter Benjamin no podría haber imaginado que su metáfora del aburrimiento como epidemia, en Das Passenger-Werk,sonaría literal 80 años más tarde. Tampoco Hans Blumenberg o Henri Lefebvre podrían haber predicho que esta retórica se tornaría obvia ahora. Pero aquí estamos, confinados intermitentemente o bajo medidas de distanciamiento en todo el mundo y más plagados de aburrimiento que nunca.[39]

El aburrimiento es un estado de insatisfacción resultante de la incapacidad o el rechazo a comprometerse con un determinado entorno o actividad, queriendo, sin embargo, estar comprometido con algo, aunque a veces se desconozca qué es, pudiendo incluso cronificarse si no se logra alcanzar el compromiso que facilite la satisfacción.[40]

Las quejas sobre aburrirse durante esta pandemia son constantes en ciertas circunstancias que parecen repetirse sin fin. Cuando estas son predecibles, difíciles de evadir hasta el punto en que la situación parece inútil, aparece el aburrimiento. Su experiencia desaparece solo si se realizan cambios en el contexto. Esto es conocido como aburrimiento exógeno, también llamado aburrimiento dependiente de la situación. Es “un estado de excitación relativamente baja que se atribuye a una situación poco estimulante”, explican Mikulas y Vodanovich en The Essence of Boredom.[41]

Un entorno que no nos estimule adecuadamente no puede proporcionar experiencias de satisfacción óptima, explican Mihály e Isabella Csíkszentmihályi,[42] siendo aquellas las que logran equilibrar el nivel de disfrute y entusiasmo con la sensación de control sobre la situación. El aburrimiento, entendido de esta manera, es un estado psicológico de insatisfacción, frustración y negatividad que se da cuando el disfrute y el entusiasmo disminuye junto con una pérdida de control, convirtiéndose la situación en monótona o sin sentido.

Si bien todos hemos estado confinados uno o más períodos durante la pandemia por COVID-19, las personas que se identifican más con actividades fuera del hogar pueden enfrentar un aburrimiento intolerable con consecuencias perjudiciales para sí mismas y para sus parejas en el hogar. En circunstancias normales, el 60% de las personas se sienten presionadas por el uso del tiempo libre.[43] Hoy en día el porcentaje ha aumentado exponencialmente, especialmente para los hombres, debido al confinamiento en casa, porque estos a menudo descartan las actividades en el hogar, entendiéndose como “trabajo de la mujer”. En este sentido, el hecho de no dar solución al aburrimiento, por incapacidad o por rechazo de las opciones disponibles, provoca que el estado se agudice y se experimente de manera mucho más intensa. Las respuestas al aburrimiento, entonces, también lo son.

Lejos de representar un estado de pasividad, el aburrimiento es una plataforma de despegue. La experiencia es poderosa y no debe ser ignorada.

Como signo de descontento, el aburrimiento incluye un elemento crítico o una expresión de profunda insatisfacción y desprecio. Cuando el ambiente parece inadecuado para las necesidades del individuo, el sentimiento conduce al rechazo de ese medio, seguido por un cambio, a veces violento. La experiencia del aburrimiento conduce, entonces, a una acción introspectiva seguida de un rechazo activo que se materializa a través de la creatividad o la destrucción que, en ocasiones, se manifiesta a través de la agresividad. Claramente, el aburrimiento representa una sensación desagradable e intolerable si continúa sin tregua, como está sucediendo a propósito del confinamiento. En definitiva, podemos afirmar que es una de las pasiones impulsoras más fuertes en los seres humanos, actuando primero como una fuerza paralizante y luego como un desencadenante que puede apuntar hacia los miembros vulnerables de una esfera doméstica si quien lo padece tiene tendencia hacia la destrucción y la violencia.

Sabemos que el aburrimiento sostenido en el tiempo y bajo ciertas circunstancias constrictivas que van más allá de la personalidad individual, puede conducir a un aumento de la ira y la violencia. El filósofo y psicoanalista Erich Fromm fue uno de los primeros en dar la alarma sobre este tema en Theory of Aggression, un artículo de opinión de 1972 publicado en The New York Times Magazine.[44] Desde entonces, varios investigadores han inquirido la relación entre el aburrimiento y la violencia. El psicoanalista Franz R. Goetz publicó en 1975 Aburrimiento: Raíz del Descontento,[45] el propio título reclama una relación causal. Una década más tarde, el equipo sueco de psicólogos Schalling, Edman, y Asberg publicó sobre los estilos cognitivo-impulsivos y la incapacidad para tolerar el aburrimiento, demostrando que la intolerancia al aburrimiento se correlaciona con el desarrollo de conductas impulsivas.[46]

Visto desde otro ángulo, no desde el del aburrimiento como causa de la agresión sino como efecto de ella, la correlación se confirma nuevamente. Alex Blaszczynski, Neil McConaghy y Anna Frankova demostraron en Boredom Proneness in an Impulse Control Disorder, que las personas con trastornos relacionados con la impulsividad reportaban niveles más altos de propensión al aburrimiento que el promedio.[47]

Un estudio significativo en este sentido fue realizado por los estadounidenses John D. Watt y Stephen J. Vodanovich (Universidad de Florida Occidental), sobre la relación entre la tendencia al aburrimiento y la impulsividad.[48]Utilizaron la Escala de Propensión al Aburrimiento (BPS, por sus siglas en inglés) y la subescala de Impulsividad para medir cómo el aburrimiento y los comportamientos impulsivos estaban relacionados positivamente. Vodanovich y Deborah Rupp siguieron unos años más tarde con una investigación sobre el papel de propensión al aburrimiento en la ira y la agresividad, donde aplicaron la escala BPS, el Cuestionario de Agresión y la Escala de Expresión de la Ira a un grupo de estudiantes universitarios. Llegaron a la conclusión de que los mayores niveles de aburrimiento conducen a mayores niveles de agresividad, hostilidad e ira junto con menos capacidad para controlar estas emociones.[49] El estudio brindó apoyo empírico a la hipótesis de que el aburrimiento exógeno —causado por la falta de estimulación ambiental— promueve actos agresivos y violentos (sin distinguir entre agresión física o verbal). Reconocieron el aburrimiento como un factor de riesgo y recomendaron estrategias de desarrollo para aliviarlo.

Rupp y Vodanovich tuvieron en cuenta las variables de género. Observaron que los hombres son más propensos a aburrirse que las mujeres (aunque el estudio no se refiere al medio doméstico en particular) y puntúan más que estas en el cuestionario de agresividad por 73.72 frente a 65.11.[50] Específicamente, los hombres responden agresivamente en términos físicos al aburrimiento en 23.04 puntos en comparación con los 17.43 de las mujeres y estas en términos verbales en 14.58 en comparación con los 13.22 de ellos.[51]

En esta línea de investigación, Eric R. Dahlen y su grupo de la Universidad del sur de Mississippi publicaron un estudio sobre la tendencia al aburrimiento, la ira, la agresión y los efectos de la impulsividad y la búsqueda de sensaciones.[52]Llevaron a cabo una réplica del experimento de 1997 de Rupp y Vodanovich con resultados aún más convincentes. El resultado mostró que el aburrimiento exógeno es un factor mucho más determinante de lo que los investigadores anteriores habían considerado en el desarrollo de la personalidad irascible.[53]

En el mismo año en que Dahlen publicó su estudio, el criminólogo Jeff Ferrell de la Universidad de Kent publicó un estudio sobre aburrimiento, delitos y criminología.[54] En su artículo considera la posibilidad de que algunos crímenes se cometen no en razón de personas o propiedad, sino del aburrimiento en sí. En otras palabras, Ferrell especula sobre el aburrimiento como una posible raíz de ciertos actos delictivos. Su tesis es general, no relacionada con violencia en el hogar, pero es consistente con muchos estudios de aburrimiento masculino en los que este factor de estrés conduce, por ejemplo, a las atrocidades de la guerra. Este es un tema diferente, pero está relacionado y no deja de ser preocupante.

En 2009, Joseph M. Boden escribió un ensayo titulado El Demonio Interno: La Propensión al Aburrimiento y el Comportamiento Impulsivo, retomando los postulados de estudios anteriores para explorar variables como el neuroticismo y la extraversión, la percepción del tiempo, la concentración en las tareas y la capacidad de atención.[55]Este estudio confirma de nuevo la relación entre el aburrimiento y los comportamientos violentos, mal adaptativos, en entornos estándar para el género, no en el espacio doméstico.

Cuatro años más tarde, en Anger and Boredom: Unpleasant Emotions in Systemic Therapy, los terapeutas italianos Paolo Bertrando y Teresa Arcelloni comentaron cómo el aburrimiento desencadenaba la ira y se convertía en un obstáculo para las sesiones de terapia.[56]

Jorg Kustermans contribuyó con un capítulo en el volumen Boredom Studies Reader, titulado Boredom and Violence, en el que describe la relación entre el aburrimiento y la violencia, siendo esta última una promesa de restaurar el sentido del albedrío que la persona aburrida había perdido, aunque tal promesa no debe necesariamente materializarse.

El trabajo titulado Boredom Proneness and Aggression among People with Substance Use Disorder (2020) fue publicado por Qilong Cao y Jing An de la Universidad de la República Popular de China.[57] En su investigación demuestran con claridad que, efectivamente, existe una relación entre el aburrimiento y la agresividad en los estudios con personas adictas a los estupefacientes.

Recientemente, un equipo canadiense de expertos en estudios de aburrimiento, formado por Kimberley Mercer-Lynn, Jennifer A. Hunter y John D. Eastwood, declaró que la propensión al aburrimiento era un predictor de problemas de ira. Su trabajo tuvo como objetivo demostrar la validez de las escalas para medir esta correlación. Se trata de un estudio inicial para un proyecto con el cual se espera aclarar cómo el aburrimiento afecta a una serie de problemas psicosociales.[58] Sin embargo, hasta ahora, la violencia doméstica no está incluida.

Francamente, es sorprendente que, a pesar de los rigurosos estudios que revelan el aburrimiento como factor de riesgo que puede desatar comportamientos violentos y criminales, no haya estudios dedicados a este peligro en la esfera doméstica. Se ha escrito sobre la relación entre violencia y aburrimiento en personas con problemas mentales, en pacientes durante terapias, en los consumidores de drogas, en estudiantes universitarios, en militares, en científicos que residen en campamentos en la Antártida y en los jóvenes que viven en campus universitarios. Solo un par de estudios sobre la violencia doméstica mencionan, de paso, el aburrimiento como factor de riesgo. Uno es el estudio de las psicólogas indonesias Violeta Soukotta y Monty P. Satiadarma sobre arteterapia para reducir la depresión causada por violencia doméstica.[59] El otro artículo, de Catarina Gonçalves, hace un recuento de las maneras más efectivas para mitigar el aburrimiento, entre muchas otras condiciones, de los niños que han sufrido violencia doméstica.[60]

III.           OBLIGACIÓN DE PREVENIR: DILIGENCIA DEBIDA Y MANEJO DEL RIESGO

La cuarentena en el hogar y la práctica del distanciamiento social han hecho que la violencia de género y las violaciones de los derechos humanos sean casi invisibles, pero más comunes que sorprendentes. El aumento en la violencia intrafamiliar es un efecto previsible del encierro involuntario. La violencia contra las mujeres en el ámbito doméstico se ha considerado durante mucho tiempo una amenaza significativa para la salud pública en todo el mundo.[61] También es una preocupación en lo que compete a los derechos humanos.[62] ¿Cuál debe ser la respuesta del Estado ante la prevalencia del abuso moral y físico y, en casos extremos, del asesinato de mujeres en sus casas?

Los derechos humanos definen las relaciones entre los individuos y las estructuras de poder, especialmente el Estado. Demarcan el poder y responsabilidad del Estado con respecto a sus ciudadanos y cualquier otra persona en su territorio, bajo su jurisdicción. Si bien la activación de períodos de confinamiento es necesaria para reducir la propagación comunitaria del coronavirus, también tiene graves consecuencias psicológicas y socialmente perturbadoras. Este fenómeno se conoce como la paradoja de la cuarentena, que también incluye un aumento en los casos de violencia de género.[63]

La obligación del Estado de prevenir la violencia de género se configura bajo el estándar de diligencia debida y la doctrina del riesgo previsible y evitable. El objetivo común de estas normas del derecho internacional es promover que el Estado tome medidas para garantizar, asistir, facilitar y proveer a las personas dentro de su jurisdicción las oportunidades para obtener satisfacción de las necesidades básicas reconocidas en los instrumentos de derechos humanos que no pueden ser realizadas por las propias personas.

¿Cumple el Estado con su obligación de prevenir?

En el caso español, previo al confinamiento por la pandemia del COVID-19, existían mecanismos de protección y ayuda a víctimas de violencia de género por medio de legislación como la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género de 2004 o el Pacto de Estado contra la Violencia de Género de 2017. Otros canales fueron creados por las autoridades españolas a través del Plan de Contingencia contra la violencia de género del Ministerio de Igualdad y del Real Decreto-Ley 12/2020 del 31 de marzo, como medidas urgentes para proteger y asistir a las víctimas de violencia de género durante la crisis del COVID-19. Se tomaron también medidas para que las víctimas pudiesen salir a espacios públicos para buscar ayuda, durante el confinamiento obligatorio, sin ser sancionadas por romper con la cuarentena. Se creó además una guía de actuación para mujeres que sufren violencia de género a consecuencia del COVID-19, que sirvió para potenciar otros canales de ayuda no gubernamental.[64] También se llevaron a cabo campañas institucionales para la concienciación contra la violencia de género. En suma, el gobierno español destinó un total de 100 millones de euros para las acciones autonómicas y 20 millones de euros para las autoridades locales.[65]

La valoración general de autores como Stellamarina Donato afirman que la capacidad de respuesta del gobierno español ha sido muy efectiva desde el primer momento, reflejando una fuerte colaboración y un gran diálogo entre las instituciones y la sociedad civil. Esto refleja una gran sensibilidad frente a esta problemática que no es compartida por otros países.[66]

Sin embargo, existen señalamientos críticos sobre el desempeño del Estado español de cara a su obligación de prevenir la violencia de género. En el trabajo titulado Medidas de Contención de la Violencia de Género Durante la Pandemia de COVID-19, Isabel Ruiz Pérez y Guadalupe Pastor Moreno concluyen que “no es posible prevenir la violencia de género de manera integral sin considerar el aumento de factores como el desempleo, la temporalidad y la inestabilidad laboral, la dependencia económica o la sobrecarga de tareas reproductivas, entre otros que la facilitan”. [67]

¿Cumple el Estado con el estándar de diligencia debida?

La obligación de prevenir la violencia de género pasa por el estándar de diligencia debida. Esta norma del derecho internacional consta de cuatro partes igualmente importantes: la obligación de prevenir, investigación, enjuiciamiento e indemnización. En este ensayo nos referimos solamente a la prevención de violación de derechos humanos por actos no estatales.

La aplicación del estándar de diligencia debida a la responsabilidad del Estado por actos no estatales se desarrolló por primera vez en la sentencia del caso Velásquez Rodríguez v. Honduras, por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en 1988.[68] El caso se refiere a la responsabilidad del Estado en las desapariciones forzadas por actores no estatales, donde la obligación de diligencia debida de un Estado seguía siendo pertinente únicamente para la protección de las personas contra las lesiones causadas por los agentes estatales.[69] La Corte resolvió que un acto ilegal que viola los derechos humanos y que inicialmente no es directamente imputable a un Estado puede conducir a la responsabilidad internacional del Estado, no por el acto en sí, sino por la falta de diligencia debida para prevenir la violación o para responder a ella.[70]

A partir del precedente sentado en Velásquez Rodríguez, se crea la expectativa de que los Estados prevengan cualquier violación de los derechos de una persona por parte de actores no estatales, incluyendo personas privadas en casos de violencia doméstica. No es un reto sencillo, pues requiere la relectura del derecho a la privacidad y vida en familia que establece, entre otras cosas, que nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.

A doce años del caso Velásquez Rodríguez, el caso Maria Da Penha v. Brasil (2001) traslada por primera vez la doctrina general de responsabilidad del Estado en casos de actores no estatales al ámbito de la violencia de doméstica y de género.[71] Maria da Penha Fernandes llevó este caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, argumentando que Brasil condonó la violencia contra las mujeres a través de acciones judiciales y fiscales ineficaces. La demandante recibió un disparo en la espalda por parte de su marido mientras dormía. Sobrevivió, pero quedó paralizada de cintura hacia abajo. Su marido recibió una sentencia de dos años de prisión después de 19 años de juicio. La Comisión Interamericana constató que los retrasos y la falta de protecciones en Brasil para los sobrevivientes de violencia doméstica equivalen a violaciones del derecho humano de María da Penha a vivir libre de violencia y a acceder a la justicia.

En el 2009, con el caso Opuz v. Turquía, la Corte Europea de Derechos Humanos hace lo propio.[72] La Corte observó que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos trasladó, en el caso de Maria Da Penha v. Brasil, la doctrina general establecida por la Corte Interamericana al ámbito de la violencia de género para determinar que el Estado de Brasil había violado sus obligaciones bajo la Convención Interamericana para la Prevención, Castigo y Erradicación de la Violencia Contra la Mujer. La Corte Europea observó que esa doctrina es congruente con su propia jurisprudencia, la cual establece la posibilidad de responsabilizar a un Estado por actos privados; ya sea por el incumplimiento de la obligación de los Estados de proteger los derechos humanos, por faltar al deber de diligencia debida para prevenir violaciones o de investigar y sancionar a los actores y proveer remedios apropiados a sus familias.[73] La Corte Europea observó, además, que en la Recomendación General 19 del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (ONU), la definición de discriminen contra la mujer del artículo 1 de la Convención incluye la violencia de género, y que esa definición había sido acogida en la jurisprudencia del Comité mismo en los casos de A.T. v. Hungría, y de Fatma Yildirim v. Austria.[74]

El desarrollo de doctrina en torno a la responsabilidad del Estado por actos de terceros en casos de violencia doméstica, y el reconocimiento de la violencia de género como una forma de discrimen contra la mujer, son un espléndido ejemplo del desarrollo del Corpus Juris del Derecho Internacional de los Derechos Humanos donde se configuró el principio de no-discriminación dispuesto en el artículo 14 de la Convención Europea de Derechos Humanos, a la luz de jurisprudencia del sistema universal (ONU) y en el sistema interamericano.

Esos avances en la aplicación del estándar de diligencia debida al problema de violencia de género en el ámbito doméstico han servido para cuestionar la percepción de que un Estado no tiene la obligación de interferir en las violaciones que ocurren dentro de la esfera privada. El contenido normativo del estándar se configura en torno a la prevención y los remedios eficaces, lo cual requiere, plantean Julie Goldscheid y Debra Liebowitz, que los países aborden las causas profundas de la violencia contra las mujeres de forma complementaria con otros principios y marcos del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.[75]

En aras de cumplir con la norma de diligencia debida, cualquier Estado debe tomar las medidas necesarias para erradicar roles de género que resultan en formas de violencia contra la mujer. Por ejemplo, el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica aborda la prevención de la violencia contra la mujer promoviendo erradicar “comportamientos, actividades y atribuciones socialmente construidos que una sociedad concreta considera propios de mujeres o de hombres” que se basan en la idea de la inferioridad de las mujeres.[76] De igual manera, en el sistema universal de la ONU se establece que “[l]os Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para […] modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres”.[77]

La Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra la Mujer esbozó, en 2006, los parámetros para garantizar la debida diligencia en varios niveles que incluyen el nivel comunitario y familiar. La Relatora señaló además que, en ese nivel, la implementación de la norma de diligencia debida lamentablemente se ha limitado en la mayoría de los Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas, a reformas legislativas para emprender acciones remediadoras que responden a casos de violencia ya acaecida.[78] Poco o nada relacionado con prevención dirigida a erradicar roles de género que resultan en formas de violencia, incluyendo el discrimen.

Muchos académicos sostienen que la asociación del movimiento contra la violencia y el Estado ha dado lugar a una despolitización, profesionalización y estandarización del movimiento contra la violencia doméstica, con un énfasis problemático en las respuestas de la justicia penal. Otros advierten que los enfoques convencionales de la violencia de género sirven para reforzar los roles tradicionales de las mujeres, en lugar de orientar las causas profundas y las desigualdades basadas en el género.[79]

En el contexto español, los principales esfuerzos de comunicación masiva durante la pandemia por COVID-19 no siguen los preceptos del párrafo anterior sobre roles de género en el hogar. Por ejemplo, la campaña del Ministerio de Igualdad bajo el lema “Estamos contigo. La violencia de género la paramos unidas”,[80] se expresa en medio de la crisis con un lenguaje de empoderamiento cuestionable. Claro está, es imposible revertir roles de género en el hogar en unos pocos meses. Sin duda el ethos de solidaridad de esta campaña responde a la urgencia de los hechos de violencia. La campaña no trata de desmentir o añadir cosa alguna a las teorías y los modos de argumentación predominantes sobre roles de género, más bien desafía la construcción patriarcal de mecanismos de protección a través de solidaridad entre mujeres propiamente, pero claramente ayunos de estrategias de prevención que pretendan vincular a los potenciales agresores. Aun así, las estadísticas sobre violencia en el hogar durante los periodos de encierro salubrista sugieren que los roles de género ocultos bajo el manto de lo privado en el hogar prevalecieron para imponer la subordinación o, en su defecto, la violencia contra las mujeres.

Según datos oficiales del Estado español, se observaron tendencias contradictorias durante el confinamiento salubrista. Por un lado, aumentos en la actividad de canales de apoyo (llamadas de auxilio y contacto con servicios de información) y, por otro lado, bajas considerables en mecanismos como denuncias, órdenes de protección y en la actividad de los órganos judiciales en la lucha contra la violencia de género. Según avanzamos en el estudio de contexto, la Presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, señaló que “estos ponen de manifiesto las dificultades añadidas que han tenido las mujeres víctimas de violencia para denunciar”.[81] Coinciden con esa observación algunos investigadores para señalar que la merma en estadísticas oficiales sobre violencia de género probablemente se explican por dificultades que pueden encontrar las mujeres para interponer una denuncia debido al confinamiento y la convivencia directa con el maltratador.[82]

La experiencia en España no es única ni extraña a la de otras jurisdicciones. La organización intergubernamental ONU Mujeres ha observado que, en condiciones normales, menos del 40% de las mujeres que sufren violencia buscan ayuda de cualquier tipo o denuncian el crimen. Y menos del 10% de las mujeres que efectivamente buscan ayuda van a la policía. Las circunstancias actuales durante la pandemia dificultan aún más la presentación de denuncias. Las limitaciones en el acceso a líneas de ayuda ponen trabas a las acciones policiales, investigativas, acciones de la administración de justicia y de servicios a víctimas. Estas limitaciones comprometen la atención y el apoyo que las sobrevivientes necesitan, como el manejo clínico de la violación, la salud mental y el apoyo psicosocial, al mismo tiempo que mantienen la impunidad de los perpetradores.[83]

Para las mujeres, el estar recluidas con el agresor tiene múltiples efectos en su salud, bienestar físico y mental, sexual, reproductivo y en la salud de los hijos que habrá que analizar cuando se disponga de más datos y estudios en España, asegura Rosana Izquierdo Fernández.[84] La medicina legal y forense, explica Miguel Lorente Acosta,[85] debe jugar un papel esencial en la identificación de factores de riesgo y detonantes de la violencia. Por el momento, cuando las políticas sociales enfocadas a la prevención de la violencia de género entran en conflicto con otros intereses, especialmente los intereses económicos, se da prioridad a los últimos; ejemplo de ello se ha señalado en el hecho de que “la labor de identificación de indicadores de riesgo y seguimiento de casos en consulta por parte de agentes sanitarios ha pasado a un segundo plano”.[86]

¿Cumple el Estado con su obligación de atender el riesgo?

La obligación de prevenir la violencia de género en el hogar pasa también por la obligación de determinar y actuar de cara al riesgo. Esta normativa consta de tres partes: la doctrina del riesgo previsible y evitable, la doctrina del riesgo creado y, en alguna medida, la doctrina de complicidad. En ese orden, la doctrina cubre la responsabilidad del Estado desde la omisión hasta los actos conniventes. Para efectos de este ensayo, nos interesan solo las dos primeras.

La primera establece el deber del Estado de adoptar medidas de prevención apoyándose en el conocimiento de una situación de “riesgo real e inmediato para un individuo o grupo de individuos determinado, y por la posibilidad razonable de prevenir o evitar ese riesgo”.[87] No todo alegado riesgo a la vida impone a las autoridades la obligación convencional de tomar medidas operativas para prevenir que aquel riesgo llegue a materializarse, así lo ha establecido la Corte Europea de Derechos Humanos en el caso Kilic v. Turquía. Continúa la Corte diciendo que la obligación surge cuando al momento de los hechos las autoridades sabían, o debían haber sabido, de la existencia de un riesgo real e inmediato para la persona o algunos individuos respecto de actos criminales de terceros, y que tales autoridades no tomaron las medidas razonables dentro del alcance de sus poderes para evitar el daño.[88]

La segunda, la doctrina del riesgo creado, establece en Valle Jaramillo y otros v. Colombia una aplicación particular de la teoría del riesgo, considerando que existe un deber agravado de protección en razón de que el Estado ha creado la situación de riesgo.[89] Eso aun cuando el Estado no haya creado directamente la situación de riesgo, pero haya contribuido de manera decisiva a crearla o mantenerla por el incumplimiento de deberes de protección y garantía impuestos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.[90]

Para concluir esta parte de nuestro estudio, el Estado español —o cualquier otro Estado— está sin duda en posición de conocer las razones, los factores de riesgo y los detonantes de la violencia doméstica de género (del riesgo previsible y evitable). Las relaciones entre factores psicológicos como el aburrimiento y la violencia han quedado claras en nuestra revisión de literatura sobre aburrimiento y violencia. Esos estudios han comprobado que el aburrimiento opera en ambos sentidos; como causa de violencia y también como efecto de ella. Más allá, se han probado relaciones entre violencia de género y períodos de confinamiento involuntario en el hogar. Tal y como señalamos en el estudio de contexto a esto se le conoce como paradoja de cuarentena.[91] Esta frase se refiere a la relación entre los esfuerzos salubristas por frenar epidemias, el aumento de factores sociales (pérdida de trabajo, presión financiera, aumento en el uso de alcohol, entre otros), factores morales y sicológicos (aburrimiento, frustración, depresión, entre otros) y la violencia doméstica de género. Los estudios muestran también la intensidad exponencial de factores y efectos debido a la recurrencia o aumento de la duración de períodos de cuarentena.

Varios estudios realizados en contextos de pandemia anteriores al COVID-19 han observado aumentos de violencia durante períodos de pandemia con o sin cuarentena. Por ejemplo, brotes recientes como el ébola, el cólera, el zika y nipah han dado lugar a un aumento de los casos de violencia doméstica.[92] Durante el brote del virus del ébola, las mujeres y las niñas eran especialmente vulnerables a la violencia debido a la incapacidad de escapar de su abusador. Además, las víctimas de la violencia no fueron reconocidas y a menudo quedaron desatendidas.[93] Según Seema Yasmin, los casos de violación, violencia contra las mujeres y agresión sexual también aumentaron durante el brote de ébola en África Occidental.[94]

IV.           CONCLUSIONES: UNA PROPUESTA PLACENTERA

A medida que los casos de violencia se multiplicaban durante los períodos de confinamiento obligatorio por el COVID-19, las autoridades se han enfrentado al problema con frustración al no saber cómo responder ante un fenómeno de esas proporciones. La cuestión de qué hacer plantea la pregunta de por qué el confinamiento aumenta la violencia doméstica. La pérdida de empleos, el uso de alcohol y estupefacientes y el estrés psicológico son respuestas razonables; pero también predecibles y no sugieren nuevos enfoques para la prevención.

En este ensayo hemos presentado un obvio, pero insospechado detonador de la violencia en el hogar: el aburrimiento. Este factor de estrés se vuelve intolerable a medida que se prolonga el confinamiento. Dado que el aburrimiento es una condición volátil asociada con la falta de motivación placentera, y en tanto que el aburrimiento se resuelve de forma creativa o destructiva, incluyendo en este último caso la reacción violenta. Una estrategia consecuente para la prevención sería proporcionar actividades placenteras a miembros del hogar insatisfechos y potencialmente agresivos.

Estas actividades subrayan una responsabilidad del Estado. Cuando el Estado convierte nuestros hogares en lugares de confinamiento involuntario, causa serias limitaciones a una serie de derechos humanos. La obligación del Estado de abordar los riesgos, incluido el aburrimiento, es un corolario a su acción de restringir el derecho a transitar libremente.

Dado que el aburrimiento puede ser un detonante de la violencia, tal vez podamos reducir la violencia mitigando el aburrimiento. En ese caso, la definición de aburrimiento como ausencia de motivación y actividad placentera sugeriría, lógicamente, que aumentar las actividades placenteras podría disminuir el riesgo de violencia.

Pero la recomendación es paradójica como una intervención contra la violencia, porque el placer conlleva el estigma de la perversión o de peligro y por el prejuicio de que los perpetradores de violencia son beneficiarios indignos de programas placenteros. Incluso si los programas constituyen un enfoque de prevención primaria contra la violencia. Es precisamente esta inhibición del placer lo que causa estados de aburrimiento. La paradoja, sin embargo, no significa contradicción, sino algo sorprendentemente apropiado.

Una respuesta práctica al pico de la violencia doméstica debe superar prejuicios y estigmas irracionales para ser más estratégica que moralizante.[95] Considerar los efectos del aburrimiento en picos de confinamiento nos llevó a cuestionar si es posible atender adecuadamente el problema con los remedios existentes de tipo reactivo, paliativos para víctimas y retributivos para victimarios, sin estrategias de prevención. En este ensayo hemos sustentado que no. Podríamos también considerar la alternativa; plantear que la estabilidad en los indicadores de violencia de género en tiempos normales (sin pandemia) revelan que las estrategias reactivas han sido efectivas hasta el punto donde el umbral de efectividad de esas estrategias podría haberse ya alcanzado. Por lo tanto, la búsqueda de nuevas soluciones exige abordar la espiral de agresión de manera preventiva, no solamente reactiva, paliativa o retributiva.

Como consecuencia de la pandemia por COVID-19, el aumento de la violencia doméstica incluye también una pandemia de aburrimiento. La violencia en el hogar ha sido reconocida durante mucho tiempo como un desafío para la salud pública,[96] con consecuencias de daños físicos y mentales, incluyendo la muerte, para parejas íntimas, niños y ancianos.[97] La violencia doméstica fue, asimismo, considerada un asunto privado. En este ensayo, hemos sustentado que el derecho proporciona, ahora, herramientas para disipar este error. Sin embargo, aún falta una mirada crítica del hogar como entorno que podría ser peligroso, que necesita rediseño, comenzando por la distribución del trabajo y los roles de género en el hogar.

La prevención de la violencia de género es un área importante de preocupación. Los esfuerzos de prevención tienen la capacidad de detener agresiones antes de que ocurran, así como de reducir la magnitud de estos comportamientos. Al hacerlo, los esfuerzos de prevención reducen los correlacionados de costos e impactos de la agresión, como puede ser la victimización. Los programas de prevención se basan en información relacionada con las causas de la violencia de género. Estas causas se clasifican generalmente en factores de riesgo en cinco dominios diferentes: escuela, familia, compañero, comunidad e individuo. Las investigaciones sobre factores de riesgo normalmente encuentran que tener múltiples factores de riesgo en varios dominios aumenta la probabilidad de delincuencia. Por lo tanto, es importante que los esfuerzos de prevención tomen un enfoque multipropósito e intenten abordar los factores de riesgo en diferentes ámbitos.

Podemos enmarcar como factores de riesgo de violencia, incluyendo los roles de género convencionales que todavía estructuran muchas familias y que hacen del hogar el espacio para las mujeres; por el contrario, los hombres generalmente desarrollan identidades a través del trabajo y el ocio fuera del hogar. El reto es desarrollar actividades que puedan hacer que los hombres disfruten de estar en casa.

Una propuesta en desarrollo por la iniciativa Agentes Culturales de la Universidad de Harvard y Amigos do Bem en Brasil, es el proyecto Futebol Viral Mundial. Tal y como lo expresa su nombre, el proyecto se insertó en un medio que está tradicionalmente ligado a los roles de género, a veces a episodios violentos relacionados con lealtades a equipos, rencillas regionales o con los resultados de una contienda deportiva y, claro está, al consumo de alcohol y otros estupefacientes, en estadios y en el hogar. El fútbol es también una institución social en todos los sentidos. Está inserto en la economía, es una disciplina deportiva donde las reglas del juego son claras y generalmente aceptadas, donde los factores de éxito son ampliamente conocidos. Las personas pueden vivir el fútbol para bien o para mal. En un país donde el fútbol es una pasión compartida tanto por hombres y mujeres, el proyecto traduce (literalmente para pasar de un lugar a otro) algunos de los placeres del juego a las actividades caseras. La idea no es descabellada. Recientemente, la OMS anunció una alianza con la FIFA para involucrar al mundo del fútbol en una campaña contra la violencia doméstica.[98]

Futebol Viral Mundial no es una persona jurídica, es una iniciativa liderada por voluntarios que incluye a exfutbolistas, recursos técnicos en comunicaciones, comunicadoras expertas en temas de género y otros colaboradores del mundo de las artes y de la academia. Como prueba de su intersectorialidad, tenemos que en noviembre de 2020 Alexandre Colli —futbolista profesional, educador y uno de los líderes del proyecto— fue invitado como orador durante la apertura de la Cumbre Internacional sobre violencia doméstica/familiar en la era COVID-19, evento organizado por la Alianza de ONG sobre prevención del delito y justicia penal.

El aburrimiento debe ser prohibido de la vida doméstica, plantean los líderes y lideresas de Futebol Viral Mundial, a quienes interesa el cuestionamiento de los roles de género nocivos que generan el aburrimiento en el hogar de hombres que asumen de forma pasiva o negativa ese espacio. El proyecto ha identificado tres niveles potenciales de impacto: a) la prevención primaria, dirigida a la población en general, para abordar los factores de riesgo de violencia de género; b) la prevención secundaria, dirigida ya no a la población general sino a personas que han incurrido en conductas relacionadas con violencia de género y c) la prevención terciaria, enfocada hacia personas que han sido identificadas como individuos violentos tras haber incurrido en actos de violencia de género para prevenir la reincidencia. Por el momento, el proyecto transita en contenidos que podríamos considerar como prevención primaria.

La estrategia de prevención primaria se desarrolla en redes sociales como Instagram, Facebook y YouTube. Estas plataformas han permitido mover el fútbol del campo a la casa con ofertas de ejercicio, lecciones de trabajo de pies de lujo, seminarios web en vivo, videojuegos, clubes de lectura o creación de arte que pueden multiplicar los compromisos con placer en casa. En las sesiones de gala, Futebol Viral Mundial ha invitado tanto a futbolistas activos en primera división como a ex miembros de la selección mundial de Brasil. Recientemente, se han incorporado a esos foros y seminarios en vivo profesionales de las ciencias naturales y del comportamiento humano.

El desarrollo del proyecto ha sido orgánico. Se han incorporado a los procesos personas del mundo del deporte, instituciones educativas, centros correccionales de menores, políticos locales y personas de la diáspora brasileña en Boston. Todos ellos apoyan las actividades de forma voluntaria. Entre otras tareas, destaca la identificación de hitos que revelen la satisfacción de los objetivos del proyecto como, por ejemplo, expresiones hechas por los seguidores del proyecto en redes sociales relacionadas con los objetivos de prevención. Como normalmente ocurre en redes sociales, esas expresiones son breves, concisas y numerosas y requieren de un trabajo longitudinal para formular unidades de análisis para investigaciones futuras.

Hemos tenido la oportunidad de contar, también, con acercamientos a líderes y lideresas de Futebol Viral Mundial por parte de mujeres y jóvenes que dan cuenta de sus vivencias y el significado del proyecto dando rostro humano a los problemas de violencia de género sobre los cuales nos planteamos, desde ya, respuesta y preguntas para una eventual investigación. Los siguientes son ejemplos de las expresiones recogidas:

Dedicar nuestro tiempo a asuntos extremadamente relevantes marca la diferencia, especialmente cuando tenemos experiencia en la propia piel. Gracias al fútbol aprendí a respetar los horarios, respetar al padre y a la madre, ser sincero y sincera con nuestros compañeros, se enfocan y viven con metas, siendo una prueba viviente de que, con dedicación, esfuerzo y mucha disciplina llegamos donde queremos. Es triste decir que el 80% de mis amigos de la infancia que no se unieron al camino del deporte no tuvo tanta suerte como yo, lo que me llevó a caminos tortuosos. Como dijo Edson Arantes do Nascimento (Pelé) en su objetivo número 1000, “Ayudar a los niños” […] ¡El deporte une a las personas y construye grandes amistades, grandes personas, grandes líderes!

Mi padre se fue de casa cuando yo tenía 2 meses porque mi madre no aceptaba ningún tipo de violencia. Mi esposa sintió en la piel peleas en el ámbito físico y psicológico por agresiones dentro de la casa de su padre, por beber, falta de dinero o posicionamiento machista. Problemas históricos que en el pasado se daban por sentados y eran ‘aceptables’ en viejos tiempos y ‘regreso’ con mucha fuerza estos días debido a la pandemia y conectado directamente al aislamiento. ¡Las deudas, el paro, las empresas en quiebra culminaron para que esta crisis aumente! Brasil es un país con un gran clima tropical, con una población muy motivada, alegre y cálida. No tiene sentido estar en el quinto lugar en el ranking de los países más violentos contra las mujeres. Es necesario hablar de esto. El tema educativo también debe abordar esta causa.

El segundo testimonio que presentamos se relaciona con en el estudio de contexto que hicimos en el cuerpo de este ensayo. La lectura de datos crudos sobre violencia doméstica durante la pandemia en España sugiere dificultades añadidas que han tenido las mujeres víctimas de violencia para denunciar y más aún para dar seguimiento a denuncias durante el encierro. Traducido ese fenómeno al contexto brasileño, nos planteamos si es posible afirmar que Futebol Viral Mundial está logrando que personas maltratadoras bajen la guardia y el control a mensajes contra violencia en el hogar debido a que estas personas no se sienten amenazadas por la manera en que se abordan los contenidos y el contexto amigable provisto por Futebol Viral Mundial. La pregunta surge de la entrevista realizada desde San Juan y Boston a uno de los líderes de Futebol Viral Mundial, en São Paulo, a través de la plataforma Zoom. De la entrevista destacamos lo siguiente:

Alexandre recibió un mensaje anónimo de una mujer que sigue todas las presentaciones en vivo del proyecto en Facebook. Le dijo que conoce a otras personas que también siguen la página, que tienen miedo o no quieren exponerse, y que piensan que la idea de hablar de esta manera sobre violencia contra las mujeres es fantástica. Dijo, también, que los miembros del Futebol Viral Mundial no imaginaban cuánto estaban ayudando a la gente. Explicó que ella misma sufrió violencia doméstica durante 10 años. La página del Futebol Viral Mundial le ayudó a revisar su experiencia y tomó el valor para separarse de su marido.[99]

El tercer testimonio que traemos, lo hemos relacionado con el análisis de la obligación del Estado de prevenir, según las expresiones de la organización intergubernamental ONU Mujeres, de que las limitaciones de acceso a líneas de ayuda dificultan los servicios psicosociales a víctimas. Traído al contexto de Futbol Viral Mundial, nos preguntamos si es posible afirmar que las mujeres traumatizadas por violencia de género acceden al mensaje de Futebol Viral Mundialcontra la violencia y los roles de género nocivos sin que éste desencadene efectos de revictimización. La pregunta surge nuevamente por la misma entrevista, de la cual destacamos:

Una mujer de las afueras de São Paulo había estado siguiendo la página de Futebol Viral Mundial en Facebook. Ella es víctima de violencia, pero nunca tuvo el valor de hablar de ello ni reportarla a la policía. Cuando encontró a Alexandre Colli en una tienda, exaltó el trabajo que ha sido desarrollado por el proyecto. Ella explicó que fue violada, en su propia cama con su niño a su lado. El agresor es un pintor que hizo una copia de la llave mientras realizaba un servicio en su casa. Tras seguir en redes sociales el proyecto Futebol Viral Mundial, ella decidió transformar su dolor en actitud para salvar a otras mujeres, decidió reunir a un grupo de mujeres y profesionales (psicólogas y abogadas) para apoyar a otras mujeres que sufren o han sufrido violencia doméstica.[100]

Desde sus inicios, nuestro proyecto Futebol Viral Mundial plantea dos preguntas principales: ¿puede la experiencia del fútbol en casa reducir el aburrimiento y ayudar a hacer del hogar un espacio agradable para todos a la vez? ¿Hasta qué punto esas experiencias mitigan la violencia en el hogar?

Esas son preguntas para dar seguimiento. Mientras tanto nos hemos planteado las dos preguntas adicionales que describimos en párrafos anteriores. Preguntas que surgen de testimonios voluntarios, de personas que siguen el proyecto en redes sociales, que no han sido procuradas, pero se han acercado para hablar sobre experiencias vividas y sobre el efecto del proyecto en sus vidas.

Quizás la estrategia aquí propuesta enfrentará escepticismo. ¿Por qué brindar programas placenteros a potenciales autores de violencia? ¿Cómo puede ser el placer un remedio cuando éste carga un estigma de irresponsabilidad o pecado? O, ¿por qué no esperar a que se satisfagan algunos vacíos del conocimiento empírico sobre la relación directa entre aburrimiento y violencia en el hogar en tiempos de pandemia?

De cualquier forma, no es necesario esperar. Los escépticos podrían reconocer, por una parte, que las relaciones entre el aburrimiento y la violencia han sido ya atendidas por estudios que han comprobado que el aburrimiento opera en ambos sentidos: como causa de violencia y también como efecto de ella. Por otra parte, estos podrían admitir también que la ciencia ilumina, no paraliza; el abordaje jurídico establece ya el deber del Estado de prevenir la violencia de género, incluyendo aquella que surge debido al confinamiento obligatorio en el hogar.

Para concluir, reafirmamos la propuesta hecha al pico de la violencia doméstica. Debido a que el aburrimiento tiene dos válvulas de escape, la creatividad o la destrucción, debemos abordar la espiral de agresión de maneras efectivas, no solamente reactivas. También superar barreras culturales levantadas por el afán de castigo al agresor, el estigma machista contra el placer en el hogar e insertar soluciones creativas en agenda de la política pública para que esta sea más estratégica que moralizante.

Reafirmamos también el argumento levantado en este ensayo. Más allá de lo ya expuesto en la narrativa del contexto, en la evidencia traída en la revisión de literatura sobre las relaciones entre violencia y aburrimiento y en la especificación de la obligación del Estado de prevenir, nuestra propia experiencia lo dicta. En los pocos testimonios que hemos recibido hasta ahora, en Futebol Viral Mundial, se deja ver que la lucha contra la violencia de género requiere mucha creatividad, más de la que se ha tenido con medidas reactivas, paliativas y retributivas. Necesitamos más intervenciones preventivas, con mejores interpretaciones de escenarios donde la agresión doméstica aumenta. Una pequeña discusión que inicia en el sofá puede intensificarse peligrosamente. La violencia doméstica es proteica, adaptable y maniobra en varios escenarios. Exige nuestra vigilancia, incluyendo la lectura de signos relacionados con factores de riesgo en los comportamientos de los miembros del hogar, donde el protagonista de estas escenas es a menudo el aburrimiento.

NOTAS AL CALCE

[i] Marco Abarca, experto en Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (2004 – 2015).
[ii] Josefa Ros Velasco, Investigadora Postdoctoral en el Departamento de Filosofía y Sociedad de la Universidad Complutense de Madrid, Presidenta de la International Society of Boredom Studies.
[iii] Doris Sommer, Directora de la Plataforma Agentes Culturales, Profesora de Lenguas Romances y Literatura y de Estudios Africanos y Afroamericanos en la Universidad de Harvard.
(*) Agradecemos a la profesora Alexandra Vuyk, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en Paraguay, por atender nuestras consultas en temas relacionados con la psicología.
[1] Doris Sommer et al., Bored: A Pandemic of Domestic Violence, 12 Partner Abuse 79 (2021).
[2] DORIS SOMMER, EL ARTE OBRA EN EL MUNDO: CULTURA CIUDADANA Y HUMANIDADES PÚBLICAS 34 (2020).
[3] Phumzile Mlambo-Ngcuka, Violence against women and girls: the shadow pandemic, UN Women (6 de enero 2021), https://www.unwomen.org/en/news/stories/2020/4/statement-ed-phumzile-violence-against-women-during-pandemic.
[4] Id.
[5] Coronavirus, Violencia Doméstica, España… Las noticias del lunes, UN News (6 de abril 2020), https://news.un.org/es/story/2020/04/1472422.
[6] Samira Bueno et al., Violência doméstica durante a pandemia de Covid-19, Fórum Brasileiro de Segurança Pública (2020), https://site.cfp.org.br/wp-content/uploads/2020/04/violencia-domestica-covid-19-v3.pdf.
[7] Elizabeth Mahase, Covid-19: EU states report 60% rise in emergency calls about domestic violence, 369 BMJ: British Medical Journal (28 de marzo 2020), https://www.bmj.com/content/369/bmj.m1872.
[8] Mlambo-Ngcuka, supra nota 3.
[9] Consejo General de Abogacía Española, El Covid provoca una importante caída de la respuesta judicial contra la violencia de género en el segundo trimestre del año, Consejo General de Abogacía Española (2 de octubre de 2020), https://www.abogacia.es/actualidad/noticias/el-covid-provoca-una-importante-caida-de-la-respuesta-judicial-contra-la-violencia-de-genero-en-el-segundo-trimestre-del-ano/.
[10] Roberto Rodríguez Jiménez, et al Gender-based violence during COVID-19 outbreak in Spain, Psychological medicine, (7 de diciembre de 2020), https://www.cambridge.org/core/journals/psychological-medicine/article/genderbased-violence-during-covid19-outbreak-in-spain/B93894B0F6742A62C6986836FA27A099.
[11]  Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género (BOE 2004, 313) (España).
[12]  Real Decreto de medidas urgentes para el desarrollo del Pacto de Estado contra la violencia de género (BOE 2018, 188) (España).
[13] Real Decreto de medidas urgentes en materia de protección y asistencia a las víctimas de violencia de género (BOE 2020, 91) (España).
[14] Isabel Ruiz Pérez & Guadalupe Pastor Moreno, Medidas de contención de la violencia de género durante la pandemia de COVID-1935 Gaceta Sanitaria 389 (2020); Stellamarina Donato, Gender-based violence against women in intimate and couple relationships. the case of Spain and Italy during the COVID-19 pandemic lockdown, 877 Italian Sociological Review 869-87 (2020). 
[15] María Teresa Gallo Rivera & Elena Mañas Alcón, Territorios vulnerables a la violencia de género en tiempos de confinamiento, Instituto Universitario de Análisis Económico y Social (última visita 16 de agosto de 2021), http://www.iaes.es/uploads/2/0/8/6/20860996/dt_05_20.pdf; Véase Donato, supra nota 14 en la pág. 876. 
[16] Ruiz Pérez & Pastor Moreno, supra nota 14. 
[17] Gallo Rivera & Mañas Alcón, supra nota 15 en la pág. 22; Donato, supra nota 14 en la pág. 876.
[18] Donato, supra nota 14 en la pág. 876.
[19] Rosana Izquierdo Fernández, Violencia de género en tiempos del Covid-19, 26 Cadernos de Atención Primaria, 26 (2020); Rakhi Ghoshal, Twin public health emergencies: Covid-19 and domestic violence. 5 Indian J Med Ethics 1 (2020).
[20] Rodríguez Jiménez, et al, supra nota 10.
[21] Donato, supra nota 14 en la pág. 876.
[22] Laura de Grado Alonso, #25N en España: la terrible huella de la COVID19 en la violencia de género, EFEminista (24 de noviembre 2020),https://www.efeminista.com/25n-espana-violencia-genero-covid19/.
[23] Donato, supra nota 14 en la pág. 876.
[24]  Id.
[25] MARTA PIÁ VILA, VIOLENCIA MACHISTA: FACTORES DE RIESGO DEL AGRESOR y CONSECUENCIAS DEL COVID-19 32 (2020).
[26] Clara Urbano, El impacto de la COVID-19 en la violencia de género, Eldiario.es (29 de julio de 2020), https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/impacto-covid-19-violencia-genero_129_6132839.html.
[27] De Grado Alonso, supra nota 22.
[28] Id.
[29] Gallo Rivera & Mañas Alcón, supra nota 15 en la pág. 21.
[30] Ruiz Pérez & Pastor Moreno, supra nota 14. 
[31] Gallo Rivera & Mañas Alcón, supra nota 15 en la pág. 14; Piá Vila, supra nota 25 en la pág. 36.  
[32] De Grado Alonso, supra nota 22.
[33] Consejo General de Abogacía Española, supra nota 9.
[34] Gallo Rivera & Mañas Alcón, supra nota 15 en la pág. 21; Piá Vila, supra nota 25 en la pág. 31. 
[35] Piá Vila, supra nota 25 en la pág. 31. 
[36] Carmen Serna, La violencia de género en tiempos de Covid: menos mujeres muertas pero más sometidas y golpeadas, El Español (25 de noviembre de 2020), https://www.elespanol.com/mujer/actualidad/20201125/violencia-tiempos-covid-mujeres-muertas-sometidas-golpeadas/537446776_0.html
[37] Piá Vila, supra nota 25 en la pág. 33. 
[38] Rodríguez Jiménez, supra nota 10.
[39] Josefa Ros Velasco, La pandemia del aburrimiento durante el confinamiento por la COVID-19, J. L. Villacañas-Berlanga 167, 169 (2021).
[40]  Definición inspirada parcialmente en las elaboradas por Erin C. Westgate & Timothy D. Wilson, Boring thoughts and bored minds: The MAC model of boredom and cognitive engagement, 125 Psychological Review 689 (2018); John D. Eastwood JD, et al, The Unengaged Mind: Defining Boredom in Terms of Attention, 7 Perspectives on Psychological Science 482 (2012).
[41] William Mikulas & Stephen Vodanovich, The essence of boredom, 43 The Psychological Record 3 (1993).
[42] Mihaly Csíkszentmihályi & Isabella Csíkszentmihályi, Optimal Experience: Psychological Studies of Flow in Consciousness (1993).
[43] Max Haller, et al, Leisure Time in Modern Societies: A new source of boredom and stress? 111 Social Indicators Research 403, 429 (2013).
[44] Erich Fromm, Theory of Aggression, The New York Times (27 de febrero de 1972), https://www.nytimes.com/1972/02/27/archives/the-erich-fromm-theory-of-aggression.html.
[45] Franz Goetz, Boredom: Root of Discontent and Aggression (1975).
[46] Daisy Schalling, et al, Biological bases of sensation seeking, impulsivity, and anxiety 123-45 (1983).
[47] Alexander Blaszczynski, et al, Boredom proneness in an impulse control disorder, 67 Psychological Reports 35 (1990).
[48] John Watt & Stephen Vodanovich, Relationship between boredom proneness and impulsivity, 70 Psychological Reports 688 (1992).
[49] Deborah Rupp & Stephen Vodanovich, The role of boredom proneness in self-reported anger and aggression, 12 Journal of Social Behavior and Personality 925 (1997).
[50] Id. en la pág. 928.
[51] Id.
[52] Eric Dahlen, et al, Boredom Proneness in Anger and Aggression: Effects of Impulsiveness and Sensation Seeking, 37 Personality and Individual Differences 1615 (2004).
[53] Id.
[54] Jeff Ferrell, Boredom, Crime and Criminology, 8 Theoretical Criminology 287 (2004).
[55] Joseph Boden, The Devil Inside: Boredom Proneness and Impulsive Behavior. Essays of Boredom and Modernity, 31 Critical Studies 203 (2009).
[56] Paolo Bertrando & Teresa Arcelloni, Anger and Boredom: Unpleasant Emotions in Systemic Therapy (2009).
[57] Qilong Cao & Jing An, Boredom Proneness and Aggression Among People With Substance Use Disorder: The Mediating Role of Trait Anger and Impulsivity, 50 Journal of Drug Issues 77 (2019).
[58] Kymbely B. Mercer-Lynn, et al, The Propensity to Feel Bored is Predictive of Depression and Anger Problems (2018).
[59] Violeta Soukotta & Monti P. Satiadarma, Art Therapy to Reduce Depression due to Domestic Violence at “X” Community in Ambon, 2 Journal Muara Ilmu Sosial, Humaniora dan Seni 518 (2018).
[60] Catarina Gonçalves, Domestic violence: The adolescents’ Perspectives on the Barriers and the Facilitators of Social Intervention: A Systematic Literature Review (2018).
[61] Ramzan Tetikcok, et al, Violence Towards Women is a Public Health Problem, 44 Journal of Forensic and Legal Medicine 150 (2016).
[62] Rashida Manjoo, Declaración de Ms. Rashida Manjoo en la Sesión 56 de la Comisión del estatus de las mujeres titulado Special Rapporteur on violence against women, its causes and consequences (2009-2015), Nueva York (29 de febrero de 2012).
[63] Shalini Mittal & Tushar Singh, Gender-Based Violence During COVID-19 Pandemic: A Mini-Review, 1 Frontiers in Global Women’s Health 4 (2020).
[64] Raquel Borges Blázquez, Víctima de violencia de género y confinamiento por coronavirus, un factor más de riesgo, Instituto de Derecho Iberoamericano(1 de abril de 2020), https://idibe.org/tribuna/victima-violencia-genero-confinamiento-coronavirus-factor-mas-riesgo/.
[65] Donato, supra nota 14.
[66] Id.
[67] Ruiz Pérez & Pastor Moreno, supra nota 14.
[68] Velásquez Rodríguez v. Honduras, Inter-Am. Ct. H.R. (ser. C) No. 4 (29 de julio de 1988).
[69] James Crawford, Brownlie’s Principles of public international law 435-476 (2012).
[70] Velásquez Rodríguez v. Honduras, Inter-Am.Ct. H.R. (ser. C) No. 4 (29 de julio de 1988).
[71] Maria Da Penha Maia Fernandes, Caso 12.051, Inter-Am. Comm’n H.R., Informe 54/01 (2001).
[72] Opuz v. Turkey, (No. 33401/02), 2009-III Eur. Ct. H.R.
[73] Marco Abarca, Discurso y Política de Género en el Derecho Internacional, 79 Rev. Jur. UPR 797, 829 (2010).
[74] Id. en las págs. 827 y 831.
[75] Julie Goldscheid & Debra J. Liebowitz, Due diligence and gender violence: Parsing Its Power and Its Perils, 48 Cornell Int’l L.J. 301, 306 (2015).
[76] Véase Consejo de Europa, Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica(2011), https://rm.coe.int/1680462543.
[77] Véase Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, Naciones Unidas (1979), https://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CEDAW.aspx.
[78] Yakin Ertürk, (Special Rapporteur on violence against women, its causes and consequences), 15 Years of the United Nations Special Rapporteur on violence against women, its causes and consequences (1994-2009): A critical review, U.N. Doc. A/HRC/11/6/Add.5 (27 de mayo de 2009).
[79] Id. en la pág. 13.
[80] Ministerio de Igualdad, Estamos contigo, la violencia de género la paramos unidas, Centro Virtual Sobre Violencia de Género (2020), https://violenciagenero.org/recurso/campana/campana-estamos-contigo-violencia-genero-paramos-unidas.
[81] Consejo General de Abogacía Española, supra nota 9.
[82] Ruiz Pérez & Pastor Moreno, supra nota 14; Miguel Lorente Acosta, Violencia de género en tiempos de pandemia y confinamiento, 46 Revista Española de Medicina Legal 139 (2020).
[83] Mlambo-Ngcuka, supra nota 3.
[84] Izquierdo Fernández, supra nota 19.
[85] Lorente Acosta, supra nota 82.
[86] Ruiz Pérez & Pastor Moreno, supra nota 14.
[87] Masacre de Pueblo Bello v. Colombia, Inter-Am. Ct. H.R. (ser. C) No. 140 (31 de enero de 2006); González y otras v. México, Inter-Am. Ct. H.R. No. 23 (16 de noviembre de 2009).
[88] Kilic. v. Turkey, App. No. 22492/1993, 227 Eur. Ct. H.R. (1998); Osman v. United Kingdom, App. No. 23452/94, Eur. Ct. H.R. (1998).
[89] Valle Jaramillo y otros v. Colombia, Inter-Am. Ct. H.R. (ser. C) No. 192 (27 de noviembre de 2008).
[90] Víctor Abramovich, Responsabilidad estatal por violencia de género: comentarios sobre el caso “Campo Algodonero” en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, 6 Anuario de Derechos Humanos 167 (2010).
[91] Mittal & Singh, supra nota 63 en la pág. 2.
[92] Sara E. Davies & Belinda Bennett, Gendered human rights analysis of Ebola and Zika: locating gender in global health emergencies, 92 International Affairs 1041, 1042 (2016).
[93] Monica Onyango, et al, Gender-Based Violence Among Adolescent Girls and Young Women: A Neglected Consequence of the West African Ebola Outbreak (2018).
[94] Seema Yasmin, The Ebola Rape Epidemic No One’s Talking About, Foreign Policy News (6 de febrero, 2016), https://foreignpolicy.com/2016/02/02/ the-ebola-rape-epidemic-west-africa-teenage-pregnancy/.
[95] Doris Sommer, The work of art in the world: Civic Agency and Public Humanities (2014).
[96] Liliana Freire Vargas, Violence as a public health crisis, 20 AMA Journal of Ethics 25 (2018).
[97] Virginia A. Moyer, Screening for intimate partner violence and abuse of elderly and vulnerable adults: US preventive services task force recommendation statement, 158 Annals of Internal Medicine 478 (2013).
[98] Footballers join calls against domestic violence amid lockdowns, Al Jazeera News (27 de mayo de 2020), https://www.aljazeera.com/sports/2020/5/27/footballers-join-calls-against-domestic-violence-amid-lockdowns
[99] Entrevista con Alexandre Colli, líder de Futebol Viral Mundial (26 de enero 2021).
[100] Id.