Un debate poético: Luis Llorens Torres y Luis Negrón Fernández
por Carmelo Delgado Cintrón
sábado, 7 de mayo de 2022
Un debate poético: Luis Llorens Torres y Luis Negrón Fernández
La profesión jurídica es semillero de poetas, por ser una letrada. Ahora mencionaremos a los juristas y poetas licenciados Manuel Elzaburu y Vizcarrondo, Manuel Corchado Juarbe, José de Diego, Luis Llorens Torres, José de Jesús Esteves, Vicente Géigel Polanco, Samuel R. Quiñones, Manuel (Manolín) Rodríguez Ramos, José Trías Monge, Francisco Hernández Vargas, Alma Delgado de Torres, Pedro Malavet Vega, Marcos Rodríguez Frese, Hjalmar Flax, Áurea María Sotomayor, Hiram Lozada Pérez y Luis Raúl Albaladejo.
El poeta, abogado, periodista y parlamentario, Luis Llorens Torres (1878-1944) es autor de una poética que reclama a Estados Unidos la libertad e independencia de Puerto Rico y enfatiza lo puertorriqueño y latinoamericano. (Carmen J. Jiménez, Literature and Neo-Colonialism: The Luis Llorens Torres’ Case, A Thesis in Spanish. PSU, 2002).
No puede ocultarse el lado amoroso y tierno del poeta, enamorado y sus querencias que son siderales y para ser más interesante, debate por ellas en su poesía. Así, dos poetas-abogados se disputan los amores de la Luna (Selene): los licenciados Luis Llorens Torres y Luis Negrón Fernández. Es célebre la controversia intemporal (surta en tiempos distintos) que sostuvieron estos dos abogados ilustres y exquisitos poetas, don Luis Llorens Torres y don Luis Negrón Fernández (1910-1986). Este fue procurador general de Puerto Rico (secretario de Justicia) (1947-1948) y dos veces juez presidente del Tribunal Supremo (1957-1971, y 1971-1972). Negrón Fernández, notable también por su dominio de la prosa y de las profundidades jurídicas, es ponente de la opinión judicial que firmó por la Corte en el célebre caso de Pueblo vs. Tribunal, de 1965. En esta opinión judicial se declara como un hecho incontrovertido e incontestable que la lengua española es el idioma natural, social y nacional de los puertorriqueños. La procuradora general auxiliar del Departamento de Justicia, licenciada Nilita Vientós Gastón (1903-1989) tuvo la responsabilidad de replicar y argumentar por el Estado, en un importante alegato.
A la licenciada Vientós Gastón se le designa como “la abogada de la lengua”,por su acendrada y seguida defensa del idioma castellano en Puerto Rico desde que se recibió como abogada en 1926 del Colegio de Derecho de la UPR. El poema de Llorens Torres se titula: “La luna durmió conmigo”. (Luis Llorens Torres, Obras Completas, ICP, 1967, T. I., p. 181). La contestación de Fernández, “La Luna durmió contigo pero a quien quiere es a mí”. (La Toga Lírica. prólogo de Manuel Rodríguez Ramos, recopilación por Alma Delgado de Torres, Colegio de Abogados de Puerto Rico, 1970, 176). Veamos:
La Luna durmió conmigo
Luis Llorens Torres
Esta noche la luna no quiere que yo duerma.
Esta noche la luna saltó por la ventana.
Y, novia que se quita su ropa de azahares,
toda ella desnuda, se ha metido en mi cama.
Viene de lejos, viene de detrás de las nubes,
oreada de sol y plateada de agua.
Viene que huele a besos: quizá, esta misma noche,
la enamoró el lucero galán de la mañana.
Viene que sabe a selva: tal vez, en el camino,
la curva de su cola rozó con la montaña.
Viene recién bañada: acaso, bajo el bosque,
al vadear el arroyo, se bañó en la cascada.
Viene a dormir conmigo, a que la goce y bese,
y a cantar la mentira de que a mí solo me ama.
Y como yo, al oírla, por vengarme, le digo
“mi amor es como el tuyo”, ella se ha puesto pálida.
Ella se ha puesto pálida, y al besarme la boca,
me ilumina las sienes el temblor de sus lágrimas.
Ahora ya sé que ella, la que en suntuosas noches
da su cuerpo desnudo, a mí me ha dado el alma.
El poeta y jurista Luis Negrón Fernández años después le contesta:
La Luna durmió contigo
pero a quien quiere es a mí.
La luna durmió contigo
en tu alcoba de marfil.
Penetró, calladamente,
con su palidez de lis,
y en su ropaje de plata
hubo un despojo sutil.
Estuvo toda la noche
dulcemente, junto a ti,
ofreciéndote, en su aliento,
sus lágrimas de benjuí.
La luna durmió contigo
la última noche de abril.
La vi entrar por la ventana
abierta de tu sentir,
y recostarse en tus hombros,
y despedirse, y salir.
Pero al entrar era pura
y pura salió de allí.
Salió limpia, virgen, casta,
para entregárseme a mí.
Yo la estreché levemente,
y, de sus labios oí
la misa de su alma clara,
que no acabo de decir,
porque, al echarse en mis brazos,
con besos la interrumpí.
Y, ruborizada y loca,
palpitó, bella y febril;
y vi su cuello imantado
temblar de miedos, y ví,
al entreabrir los encajes
de su cuerpo femenil,
la blancura de sus carnes
encenderse de rubí.
Y así la he estado adorando
todas las noches, y así
la encuentro siempre más bella
mientras más dulce y febril.
La luna durmió contigo,
pero a quien quiere es a mí.
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