Ricardo Alegría: su vigencia en nuestros tiempos
por Carmelo Delgado Cintrón
lunes, 3 de julio de 2023
Ricardo Alegría: su vigencia en nuestros tiempos
Rememorar a don Ricardo E. Alegría Gallardo (4 de abril de 1921-7 de julio de 2011) es un ejercicio interesante, entrañable y aleccionador. Su atractiva personalidad, polifacética presencia profesional y sus importantes aportaciones están inmersas, enraizadas e imbricadas en una etapa determinante de las condiciones y el desenvolvimiento cultural del pueblo puertorriqueño, su condición colonial y sus problemas identitarios. (Emilio S. Belaval, Los problemas de la Cultura, 1977).
Así mismo, su obra raya también en el ámbito del destino político-constitucional de una sociedad con los atributos nacionales, como es la nuestra, que depende de otra nación. (Martín Cruz Santos, Afirmando la nación…: políticas culturales en Puerto Rico 1949-1968, 2014). Una comunidad histórica y social, de hombres y mujeres, de estirpe caribeña, formada e integrada por diversos elementos raciales, étnicos y culturales indo-afro-criollas, hispanoparlantes y de peculiaridades culturales nativas propias de las Antillas.
Son numerosos los rasgos culturales, tangibles e intangibles, así como las facetas culturales producidas por una historia, como la de nuestra patria, de más de medio milenio, y que van desde el uso, cultivo y defensa de la lengua española, como idioma natural y nacional, (María T. Vaquero, El español de Puerto Rico, historia y presente, ICP, 2001), plagada de puertorriqueñismos, hasta nuestra gastronomía, (Cruz Miguel Ortiz Cuadra, Eating Puerto Rico: A History of Food, Culture, and Identity, 2013), pasando por la música (Pedro Malavet Vega, Historia de la canción popular en Puerto Rico: 1493 – 1898, 1992), la literatura, el Derecho, (Carmelo Delgado Cintrón, Imperialismo Jurídico Norteamericano en Puerto Rico. 1898-2015. La dependencia colonial, el Status, La Corte Federal, Vieques, el Idioma y la Cultura, la Imposición del Derecho y el Pensamiento Jurídico Estadounidense, 2015) y el cultivo de las Artes y las Ciencias.
Diversos estudiosos han publicado libros, monografías y artículos críticos sobre el choque de estas dos culturas, la estadounidense y la nacional puertorriqueña, en una condición desigual de subordinación y sus imposiciones. (Alfonso L. García Martínez, Idioma y política: El papel desempeñado por los idiomas español e inglés en la relación política Puerto Rico–Estados Unidos, 1976). Nuestra Historia está repleta de las contribuciones a favor de lo nuestro y oponiéndose a las exigencias estadounidenses, que han realizado las gentes del pueblo, intelectuales, artistas, creadores literarios y juristas. A tenor con ello se destaca la importante e ingente labor que realizó Ricardo E. Alegría a favor de promoción y salvaguarda de la cultura y la puertorriqueñidad desde distintas perspectivas. (Jaime Rodríguez Cancel, “Ricardo E. Alegría y las políticas culturales puertorriqueñas. De la americanización a la modernidad líquida”, 2015).
Dedicó don Ricardo sus profundos talentos a la búsqueda, invención, permanencia, promoción y enriquecimiento de cultura nacional puertorriqueña en todas sus manifestaciones, a salvar aquello que nos constituye como nacionalidad puertorriqueña perteneciente al orbe latinoamericano. Dedicó su vida y obra a proteger y defender la sangre espiritual del puertorriqueño y la puertorriqueña, que es nuestra lengua natural y la cultura nacional, elemento imprescindible de la personalidad, que nos da sentido y razón de ser, permanecer, aportar y combatir por nuestras libertades.
Si la dedicación y trabajo cultural que llevó a cabo Ricardo E. Alegría se hubiera realizado en otro país, no tendría la dimensión que, sin lugar a dudas, tiene. La difícil gesta de este buen borincano que se volcó en numerosísimas iniciativas y proyectos culturales para lograr la subsistencia y disfrute de la cultura, el empleo de la misma como instrumento de lucha y para beneficiar con su deleite y cultivo, a los que somos habitantes naturales de la nación puertorriqueña, por ello merece todo reconocimiento. Esa vanguardia, dirigida por Ricardo Alegría Gallardo, integrada por mujeres y hombres, alertas y conscientes de lo que se podía perder si no actuaban —se trata de lo que nos constituye como pueblo y nación, es decir la fibra de la puertorriqueñidad—, prepararon y contribuyeron de diversas formas al rescate, la afirmación e incremento de la cultura, del idioma, y de las tradiciones boricuas. De manera tal, que la cultura se convirtiera en algo vigoroso, dinámico, efervescente que forma parte común y corriente de la vida de todos los puertorriqueños.
Terminemos recordando las dificultades que tuvo que enfrentar Don Ricardo y su grupo de colaboradores en el ICP, los Centros Culturales municipales y en otros ámbitos gubernamentales. Su proyecto cultural dio los frutos deseados y sentó las bases del Puerto Rico moderno que aprecia y se enorgullece de lo nuestro, en el Archipiélago y en la diáspora.
La obra de Alegría enfrenta hoy día nuevos retos de poderosos intereses económicos y financieros que acechan nuestros recursos naturales, la obra de conservación cultural producto de esfuerzo del Dr. Alegría y hasta se comenta, de intereses que desean afectar, por ejemplo, el viejo San Juan. Así mismo personas e instituciones que desean desmantelar nuestra herencia cultural por razones políticas, ideológicas, económicas. Honor y gloria a don Ricardo E. Alegría, querido Maestro, fundador, gran puertorriqueño.
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