
Puerto Rico y la economía del conocimiento
18 de diciembre de 2006
por Antonio García Padilla
Puerto Rico y la economía del conocimiento
Hace unos días, en la cancha de baloncesto de Coamo, un grupo de escolares, maestros y líderes comunitarios se convocó para una jornada de discusión. El tema: La economía del conocimiento. Me invitaron a participar. ¿Por qué la convocatoria? ¿Qué es la economía del conocimiento? ¿Por qué se conversa sobre el tema en la base de nuestra comunidad?
El conocimiento es el principal valor de nuestros tiempos. La capacidad de generarlo marca decididamente las ventajas en la economía contemporánea. Las tecnologías que hacen más eficiente la producción, los descubrimientos que nos permiten enfrentar mejor los problemas de salud de la humanidad, son activos sociales con valor económico muy superior al de las posiciones geográficas o los recursos minerales. De ahí que Finlandia, país de solo 5.2 millones de habitantes, genera un producto doméstico bruto que, para el 2004, casi duplicó el del país petrolero más productivo del Medio Oriente. E igual cuadro presenta Irlanda con población de 4 millones, muy similar a la nuestra. El éxito está en el talento y la innovación, no en los minerales.
La voluntad de innovación debe permear todos los ámbitos de las ciencias, artes, profesiones y oficios. Pero es imprescindible definir agendas estratégicas a la luz de las oportunidades que explorar. Aquí quiero dirigirme a una.
Puerto Rico entra la competencia global en un carril envidiable. Entra vinculado a las ciencias vivas, a las ciencias de la salud. He ahí una importante apuesta nuestra. Puerto Rico agrupa, en sólo 3,500 millas cuadradas, una de las mayores densidades de la industria farmacéutica global. Estamos en contacto con un sector económico que pasará de $1.6 trillones en la actualidad a $3.6 trillones en 2014. Sólo una pequeña participación en ese crecimiento marcaría nuestro éxito.
El peligro está en enfocarnos sólo en la manufactura de medicamentos, que es al momento nuestra principal actividad industrial en las ciencias de la salud. Es menester fortalecer la manufactura médica, pero tenemos que ir más allá. Insertarnos, sin ambages, en investigación que descubra y desarrolle medicamentos y tecnologías contra enfermedades que atacan poblaciones como la nuestra.
Nuestros investigadores presentan ya un portafolio prometedor de proyectos. Por ejemplo, trabajan con enzimas de coral para la cura del cáncer cerebral; con el comino para atacar otros tumores. Se mueven en uno de nuestros espacios de oportunidad; cultivan la cantera de investigación médica que ofrece el trópico.
Se trata, en suma, de movernos en la línea de valor de las ciencias vivas; de producir, en nuestros laboratorios universitarios y privados, conocimiento útil para la salud de los puertorriqueños, los hispanos, la humanidad.
El éxito requiere estrategia, no fe en casualidades. Generar conocimientos en las ciencias vivas requiere infraestructura de punta –el edificio de Ciencias Moleculares es sólo el primer paso; requiere proyectos que enfoquen y guíen la investigación –el Centro de Cáncer brinda uno de esos focos; requiere facilitar el paso del conocimiento del laboratorio al mercado; necesitamos buenas iniciativas de transferencia de tecnología; requiere que cultivemos el capital de riesgo que respalde ese paso –el Banco de Desarrollo puede asumir ahí un papel protagónico.
Y la agenda necesita gente, necesita talentos. Puerto Rico tiene que formar, atraer y retener investigadores de primera clase. Si el conocimiento es, como es, la base de nuestra competitividad, es hora de diseñar agresivamente incentivos para los investigadores de punta. Los incentivos que una vez nos ayudaron a formar nuestra base manufacturera, deben traducirse imaginativamente para atender los nuevos retos de formación, reclutamiento y retención de talentos.
Hay voluntad en Puerto Rico para echar adelante en esta ruta de desarrollo. Puerto Rico está más comprometido que nunca con el impulso de una agenda de investigación; agenda que le va bien a la inteligencia, la creatividad y el talento de nuestra gente.