
Nuestro campus el mundo
24 de agosto de 2007
por Antonio García Padilla
Nuestro campus el mundo
Los coros universitarios –aquéllos que cantaron en la década del cincuenta como el que acaba de cosechar triunfos en Europa- constituyen espacios universitarios tan reales y patrimoniales como nuestros edificios de enseñanza y de investigación.
Son reales porque movilizan las energías y talentos de los universitarios; son patrimoniales porque suman capital cultural para el país y para el mundo.
De noble y triunfal tradición, los coros universitarios han sido también estándares de una universidad de Puerto Rico extendida al mundo. Han aprobado por muchas décadas que la Universidad es en su esencia ambición de universalidad. Que por mantener una relación entrañable e indelegable con el lugar natal, la Universidad no es repliegue en lo propio, sino expansión desde lo propio.
A menudo pensamos en la Universidad en términos de lugares físicos que acogen itinerarios de estudio, de trabajo y de relaciones humanas. Espacios emblemáticos como la Torre en Río Piedras; espacios que marcan rumbos contemporáneos para las disciplinas como los nuevos edificios de Ciencias Administrativas en Humacao y de Empresas en Mayagüez y aun otros que nos anuncian los caminos de la innovación, ya no en escala de país, sino mundial.
Es el caso de las Ciencias Moleculares, cuyo nombre mismo nos ubica en desafíos de tipo planetario –futuro de las tecnologías de vida.
Si bien éstos son o serán espacios que ubicamos tangiblemente, ante todo son lugares en el sentido más profundo de la palabra.
Allí se cuecen proyectos de servicio y de conocimiento, de inspiración. Se trata de un campus de energías y talentos que nos habla de una Universidad amplia, no limitada por geografías o lenguajes. Una Universidad que es más nuestra en la medida en que se impone a sí misma vocaciones y estándares rigurosos de la comunidad mundial. Como lo han hecho recientemente los atletas que han subido al podio panamericano, lo harán los estudiantes de arquitectura e ingeniería que preparan para competición la Casa Solar y los cantores de Coralia del Coro de la Universidad, con sus interpretaciones de laudo.
Al ensanchar los espacios de creación y arrojo, la Universidad hace del mundo su campus.