
La jueza Sotomayor, la herencia latina…
10 de septiembre de 2009
por Antonio García Padilla
La jueza Sotomayor, la herencia latina y el futuro de los hispanos en Estados Unidos
Nuestra herencia nos provee de una diversidad interna rica en tradiciones y en futuro. Desde el Caribe hasta la Patagonia, junto con las comunidades hispanas en Estados Unidos y Canadá, reflejamos a Europa para también a África y a las antiguas y nobles civilizaciones indígenas.
Nuestros lenguajes comunes –el español y el portugués- se combinan con la cultura y el idioma inglés para nutrir uno de los inventarios culturales y lingüísticos más flexibles del mundo.
El nombramiento de Sonia Sotomayor como juez asocidada de la Corte Suprema de Estados Unidos ilumina la riqueza y el futuro de esos nexos culturales entre ambas Américas.
Los Estados Unidos son hoy el segundo país de hispanohablantes después de México. Para el año 2050, se convertirá en el primero con 132 millones. Esta referencia no debe entenderse como triunfalismo cultural; las proyecciones son válidas por el Censo de los Estados Unidos e identifican lo que muchos denominan la pujanza demográfica de ese país. la vitalidad hispana es simultáneamente una fuente de esperanza, un reto y una responsabilidad. Estoy convencido de que en un mundo globalizado, la diversidad y el intercambio cultural y lingüístico son chispas para la innovación y la competitividad.
En los albores del siglo 21, los hispanos constituyen aproxiamdamente el 14% de la población que tradicionalemtne escoge ir a la universidad en los Estados Unidos; es edecir, entre 18 y 23 años. El 47% de esa población joven vive en los estados del suroeste y el oeste aunque las Carolinas y Florida y otros estados de la costa este muestran un aumento en la cifra de jóvenes hispanos que asisten a universidades. Se calcula que para el próximo año, y las cifras del Censo decenal así lo van a confirmar, los hispanos constituyan el 17% de toda la población de Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de este incremento, los hispanos ocupan sólo el 10% de la población universitaria y las posibilidades de que no terminen su carrera es aproximadamente un 15% más alta que la de los estudiantes blancos.
Nuestra tarea inmediata es comunicar de manera efectiva los beneficios que genera el invertir en educación superior de excelencia. Es fortaleciendo la participación universitaria de nuestros jóvenes que podemos crear comunidades más fuertes y producticas, compuestas de ciudadanos más activos, conscientes de sus derechos, más saludables y, a su vez, capaces de innovar y contribuir a una mejor civilización.
Debemos insistir ante los jóvenes hispanos que, aún en tiempos de crisis económica, los empleos que requieren educación universitaria van a crecer en el 2012 en un 22% más del doble que el ritmo de los trabajos que no la requieren; y que habrá una reducción significativa en la disponibilidad de empleos para aquellos que sólo tienen un diploma de escuela superior.
La diversidad es sobre todo el detonante de la innovación. Y en la capacidad de innovar, de crear y de adaptar, se despliega nuestro potencial de generación de conocimiento y desarrollo económico. Cómo podemos convertir las diferencias culturales en activos y reunir a talentos diferentes en proyectos de investigación; cómo hacemos converger lo que tenemos en común sin rendir nuestras valiosas especificidades culturales, son algunos de los retos que tenemos por delante.
Es por todo eso que el nombramiento de Sonia Sotomayor es tan significativo. Confirma el poder de la educación y del trabajo como palancas para alcanzar las metas más altas, pero también su llegada a la Corte Suprema de Estados Unidos enfatiza la importancia de la diversidad cultural y de la igualdad de género en el nuevo perfil que queremos para el mundo, para nuestras comunidades y especialmente para cada joven hispano.