Don Ángel M. Martín

Don Ángel M. Martín

endi.com
por Antonio García Padilla
jueves, 2 de noviembre de 2023

Don Ángel M. Martín

Son muchas las razones que tiene Puerto Rico para aplaudir la vida centenaria de Ángel M. Martín, que ha concluido el pasado sábado. Se me ocurren algunas:

Por el papel que desempeñó entre los colaboradores y amigos del gobernador Rexford G. Tugwell junto con otros jóvenes talentosos –Teodoro Moscoso, Jaime Benítez, José Trías Monge, Roberto de Jesús, Osvaldo Toro, entre muchos otros— entusiasmados con imaginar la modernización de Puerto Rico y meterle el pecho a su realización.

Por su práctica rigurosa del derecho contributivo en tiempos del desarrollo acelerado de nuestra economía, que llevó a los abogados fiscalistas justo al medio del intenso drama que libraban el Estado, de una parte, en reclamo de más recursos para nutrir la iniciativa reformadora del gobierno y, de la otra, los empresarios puertorriqueños deseosos de fortalecer la capacidad productiva y las eficiencias de la empresa privada.

Por su sobresaliente hoja de servicio público en la secretaría de Hacienda, en el Tribunal Supremo de Puerto Rico, en tantas comisiones, juntas, encomiendas que suelen caer en manos de personas de sus perfiles, que escasean en cualquier comunidad.

Por su clara adhesión moral a la ley como base de la solución de las controversias, en su letra, por lo que dice, como es, no como quisiéramos que fuera. Mucho antes de que el juez Antonin Scalia articulara en el Tribunal Supremo de Estados Unidos las expresiones contemporáneas de ese acercamiento al Derecho, don Ángel Martín se adscribía a él con precisión y claridad no menores. Sus opiniones judiciales lo atestiguan.

Por su infatigable compromiso con la disciplina fiscal del Estado, su denuncia insistente al uso descuidado del crédito para el financiamiento de las operaciones públicas, su suspicacia ante los acercamientos permisivos de analistas y técnicos dispuestos a encontrar razones para más empréstitos. En Puerto Rico el debate en torno a la fiscalidad del Estado no ha solido estar en el tapete permanente de discusión pública. Los partidos y grupos no suelen diferenciarse históricamente, por lo más, en torno a estos puntos. Don Ángel Martín, junto a don Roberto Sánchez Vilella, eran al respecto dos contrapuntos notables. En su conversación sobre Puerto Rico el tema fiscal no podía quedar de lado.

Por la humildad de su carácter y la sencillez de su trato, sin pretensiones, ni vanidades; por la forma en que modelaba el ejercicio correcto de la autoridad, en cualquiera de sus manifestaciones. Martín rechazaba los homenajes y los reconocimientos. Decía ser alérgico al incienso. Se burlaba de épicas vitales acartonadas, de “odiseas de barbería”. En dos ocasiones la Academia Puertorriqueña de Jurisprudencia y Legislación quiso distinguir sus aportaciones. Nunca le dio paso. Así, con la pedagogía del ejemplo (que es siempre la mejor), Ángel M. Martín dio lecciones magistrales sobre buenas formas de hacer ciudadanía.

También sus muchos amigos y discípulos tenemos razones por las cuales aplaudir la vida centenaria de Ángel M. Martín: Por las lecciones que junto a todo el país recibimos sobre los temas antes mencionados. Y también por su cercanía, por la generosidad de su amistad, por abrir tantas veces su casa, junto a su esposa y familia, a la buena mesa y mejor conversación, sobre manzanilla y vino tinto, en mecedoras, por horas interminables, por horas inolvidables.

 

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