
Capitales intelectuales, política fiscal y desarrollo
22 de octubre de 2008
por Antonio García Padilla
Capitales intelectuales, política fiscal y desarrollo
Puerto Rico acaba de aprobar legislación que exime de contribuciones el ingreso que reciben nuestros investigadores en proyectos de investigación científica de alta competitividad.
Es un paso significativo en el esfuerzo por generar, atraer y retener los investigadores necesarios para convertir la investigación en punta de lanza del desarrollo social y económico del país.
Ello representa, además, una puesta en valor de los esfuerzos de la Universidad, principal sede puertorriqueña de investigación. La Ley Núm. 101 de 27 de junio de 2008, aprobada con sólido apoyo tripartito, resalta la seriedad del proyecto de Puerto Rico en cuanto a investigación científica.
¿Cuál es la importancia de este paso? ¿En qué contexto se ubica? ¿Qué desafíos plantea?
Como sabemos, por mucho y Europa, el liderato casi exclusivo en la generación de conocimiento. Asimismo, se asumía para comunidades como Puerto Rico un lugar menor a la hora de innovar en saberes y tecnologías. Hoy día, no obstante las brechas que quedan por zanjar, ese destino está, afortunadamente, superado. Irlanda, Finlandia, Singapur, comunidades que se tenían por rezagadas o remotas, con poblaciones similares a la nuestra, surgen al protagonismo en la generación de conocimiento y tecnologías. Así también comienza a hacerlo Puerto Rico. Por ejemplo, el número de patentes generadas por los investigadores universitarios subió de cinco en 1996-2001 a veinticinco en 2001-2007. Cuatro de dichas patentes han sido negociadas ya para desarrollo comercial.
Dentro de ese cuadro, la Ley 101 no es una iniciativa aislada; está vinculada a otras que, juntas, buscan adelantar ventajas estratégicas que tiene Puerto Rico. Una de esas ventajas estratégicas está en las ciencias de la vida y la salud. Ello es así por varias razones.
Entre ellas; primera, las ciencias de la vida y salud representan un sector en rápido crecimiento cuyo volumen mundial pasará de $1.9 trillones en 2005 a $3.6 trillones en 2014; segunda, parte significativa de nuestra base económica y experiencia industrial —las industrias farmacéutica y de equipo médico, que representan cerca de un tercio de nuestro PIB— se ubican en ese sector; tercera, los puertorriqueños tienen talento e interés en las ciencias y las tecnologías relacionadas, al punto que los programas de biología, consistentemente reciben de las más altas demandas en cada uno de los recintos en que se ofrecen.
He ahí el sentido de muchos pasos dirigidos a mejorar nuestra infraestructura de apoyo a la investigación en ese sector. Estos van desde lo básico y formativo, como es la renovación de los laboratorios de las escuelas superiores públicas, a lo más complejo y diferenciado, como es el edificio de Ciencias Moleculares que se construye entre Río Piedras y Ciencias Médicas. La ciudad de las Ciencias, que promueve el Fideicomiso de Ciencia y Tecnología en predios del Oso Blanco (cercana, como tiene que ser, a los hospitales terciarios y a los principales recintos universitarios de investigación) y la Planta Piloto de Bioprocesos en Mayagüez son otros proyectos importantes de Infraestructura en ese campo.
Pero la infraestructura sólo apoya la investigación científica; son los científicos e investigadores los que la llevan a cabo. He ahí la importancia de la Ley 101.
Puerto Rico se esfuerza por formar, atraer y retener a investigadores de alto calibre, muchos de ellos jóvenes, que se mueven a espacios globales a la vez que están dispuestos a pensar, conceptualizar y gestionar aquí en Puerto Rico.
Las políticas fiscales tienen que respaldar ese esfuerzo. Puerto Rico ha sabido utilizar sus políticas fiscales en respaldo de sus proyectos de desarrollo. En el pasado, diseñamos incentivos contributivos para atraer manufactura e impulsar el despegue de nuestro proyecto industrial. Ahora, la Ley 101 comienza a alinear esas políticas fiscales con la formación, atracción y retención del capital humano que demandan nuestros actuales retos de desarrollo; con el fortalecimiento de la masa crítica de investigadores científicos que necesitamos p ara pasar de una economía basada en la manufactura de medicamentos y equipos médicos, a una economía que combine la manufactura con la producción de nuevas ideas, productos y soluciones para el mejoramiento de la vida y la salud de los puertorriqueños y de toda la humanidad.
Nos encontramos en un momento a la vez crítico y promisorio para el desarrollo de Puerto Rico. Los retos son difíciles; pero la voluntad, el foco y el empeño de los puertorriqueños bien puede acometerlos.
Para la Universidad, el fortalecimiento de una masa crítica de talento, actitudes y voluntades, no sólo da sentido a metas de competitividad económica, sino que se apoya en criterios de buena civilización y de propósitos colectivos que atiendan integralmente a Puerto Rico y a su gente.
Nuestro cuadro de investigadores científicos refleja esos objetivos. Cubre ampliamente las ciencias de vida y salud, tanto las clínicas y básicas como las del comportamiento.
En última instancia, el éxito tiene que ver con los equilibrios y valores que alcanza la persona humana y la colectividad que la acoge en el reto de vivir en el gran mundo que nos ha tocado compartir; tiene que ver con la autoestima de los que formamos esta comunidad; tiene que ver con el convencimiento de que somos capaces de producir buen conocimiento así como vida buena y justa civilización.